Lo lindo de triunfar afuera

Ganar siempre es lindo, pero si es de visitante y en estas instancias vale doble. Cuando un puñado de 50 hinchas supera a unos 3.000, la sensación es increíble. Es que los argentinos somos así. Nos agrandamos en las bravas y, mientras más complicada es la parada, más nos gusta si salimos victoriosos.

El que regularmente lee mi blog, sabe que no me gusta hablar en forma autoreferencial, pero esta ocasión lo amerita. Ver jugar a Sionista como lo hizo en el tercer cuarto me llenó de orgullo. Saltar del asiento ante cada doble o triple, aplaudir hasta que las palmas te quedan rojas y cantar "Y dale, Y dale, Y dale Sioni dale" ante cada tiempo muerto es emocionante. Recibir la felicitación de un hincha de unos 50 años que vio jugar a Milanesio, Campana, Cerutti, Oberto, Filloy y tantos otros es increíble.

Pero nada, absolutamente nada, se comparará con ese último minuto luego de que Alejandro Zilli enceste sus dos tiros libres y tanto público como jugadores de Atenas se diera cuenta que la serie estaba empatada. Ir abajo del banco a cantar con los jugadores y la gente del club hizo que, quien les escribe, esté al borde del llanto y, si no se notó, fue porque estaba rojo de tanto gritar y alentar por mi queridísimo Centro Juventud Sionista.

No quiero sonar a conformista con esto ni nada por el estilo. Solamente me gustaría que los que piensan que Sioni no es pasión ni sacrificio, que vean eso. Me encantaría jugar una final, pero siempre hay que ir paso a paso, con humildad. Ahora se vendrán dos partidos bravísimos contra, nada más ni nada menos, que el más ganador de la Liga Nacional.

Por eso, ese 93 a 84 quedó inmortalizado en una foto que yo mismo tomé. Pero va más allá de eso. Ese partido quedará en mis retinas para siempre y el día que sea viejo y casi ni tenga historias para contar, estaré contento que esta sea una de ellas. La epopeya de Sionista en el mismísimo Polideportivo Carlos Cerutti. Ojalá haya más historias para contar y emocionarse. Eso es lo lindo de triunfar afuera.